La primera vez que puse un pie en Notre Dame caí rendida a su belleza. Toda aquella iglesia me parecía increíblemente hermosa. Cuando subí a su campanario, recorrí sus escaleras, vi su cruz en el techo, sus gárgolas acabé aún más enamorada. Pero llegó el día donde aquella infraestructura histórica se quemó, en segundos se destruyó una gran parte de aquel deslumbrante lugar. La belleza es frágil.
Ponerlo en contexto con un edificio es un ejemplo práctico y sencillo. Quizás los más afectados fueron los franceses, los historiadores, sus empleados y/o personas muy seguidoras de su cultura.
Pero hay instantes en que ese edificio somos nosotras. Recientemente me impactó mucho el caso de la Miss Comombia 2011-2012, Daniella Álvarez. Te explico por si no lo viste. La chica tenía una masita en su abdomen que ser removida. Una vez que los doctores la intervinieron se dieron cuenta que estaba pegada a la aorta y al eliminar la masita, la aorta se contrajo. Eso la sometió a otra cirugía para reconstruir la aorta, pero su cuerpo lo rechazó y sufrió una isquemia. Al no llegarle sangre a sus piernas uno de sus pies se vio más afectado. La chica tomó la decisión de amputarse su pie izquierdo y parte de su pierna porque prefiere tener una prótesis con la que pueda bailar, correr, andar en bicicleta, nadar y hacer lo que le gusta. Si hubiera decidido continuar con su pie, era pie sin vida y por ende menos funcional. La belleza es frágil, pero el alma es fuerte.
Asimismo, leí hace unos días acerca de una modelo australia que ganó un certamen de belleza en 1983. Años después su casa sufrió un incendio. Ella estaba adentro con su hijo a quien pudo rescatar. El niño salió ileso, pero ella sufrió quemaduras muy serias en 85% de su cuerpo. La mujer tuvo un proceso de muchos meses para mejorar su calidad de vida a la medida de lo posible. Físicamente cambió notoriamente por sus quemaduras, perdió algunos dedos, en fin, la belleza es frágil, pero el alma es fuerte y la mujer sabe transformarse.
Así es la belleza, frágil. Hoy podemos tener una apariencia, pero en un futuro todo puede ser diferente. En un parpadeo podemos perder aquello con lo que más nos sentíamos seguras. Son segundos donde la vida gira y la belleza, aunque siempre superficial, puede cambiar. Si nunca nos llegara a suceder un percance de esa magnitud seremos privilegiadas. Sin embargo, los años siempre se acumulan en nuestro cuerpo, se notan y nos hacen cambiar. Entre cirugías y tratamientos, muchas mujeres logran sopesar su cambio de belleza. Pero la belleza es frágil y sincera.
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La belleza es frágil y a veces sabe mucho de nosotras. Tenemos que estar amando nuestra alma porque si tenemos la mirada exclusivamente en nuestro físico podemos sufrir más de la cuenta. La belleza es frágil y muchas veces la castigamos solo por ser diferente a lo que queremos. La belleza es frágil, pero tiene cuerpos fuertes capaces de transformarse y adaptarse a cualquier cambio que venga.
Pese a cualquier circunstancia, tenemos que tener el alma fuerte y lista para atender nuestros momentos más críticos, llorarlos, abrazarlos y continuar. Las mujeres sabemos transformarnos, convertir el dolor en una potente historia de nosotras mismas.
Con cariño, Ari.