He esperado mucho tiempo para compartirles este post. Hoy les cuento que escribo de mi vestido de novia desde una de las ciudades más importantes de la moda: Nueva York.
Desde el mes de enero lo encontré. Llegué a Rosa Clará sin una cita programada (como la más inexperta) pero tenían espacio y pudieron atenderme. Vi el catálogo del 2014 y me encantaron muchos vestidos. De todos los que me gustaron, en la tienda habían ocho y me los llevaron al probador. ¡Fue lo más emocionante!
Parece de película pero el primer vestido que me probé era el que soñé, con el que me sentí como una princesa. Algo incrédula de la sencillez de haberlo encontrado tan rápido decidí probarme los demás. Todos eran hermosos pero con ninguno sentí lo que me hizo sentir el primero.
Muchas quieren uno de princesa, otras de sirena, strapless o con mangas, en fin hay millones. El mío lo quería con la espalda abierta y con un corte de sirena (no muy marcado), y así fue. Se sumó una tela espectacular, un tirante de flores en mi hombro derecho y un detalle a mi lado izquierdo.
Mi cara se iluminó desde el momento en que me lo probé. Mi corazón palpito como nunca. Jamás creí que me fuera tan sencillo, Elías juraba que yo duraría mucho en eso, incluso pensó que tendría que ir al extranjero.
Les podría hablar de las tendencias para este 2015 pero, en realidad, lo que nos hace elegir el vestido de nuestro sueños es nuestro corazón. El mejor consejo que les puedo dar es que no importa quién diseñe su vestido (aunque siempre es bueno alguien de confianza), no importa qué valor tenga, ni qué materiales se usan, lo más importante es que sientas el latido rápido de tu corazón cuando te lo pruebes y sabrás que ese es.
Cerrar el vestido a la hora de ponérselo es toda una labor. Ir sujetando botón por botón (o corsé para aquellas que así lo prefieren) es muy complicado, mi amiga Rebeca ya tiene experiencia y fue quien me ayudó a quedar lista. ¡Le agradezco montones!
Otro tema importante es el velo o mantilla que muchas quieren usar para la ceremonia religiosa. En mi caso, saben que me gusta incorporar mis habilidades o detalles únicos, mi velo y mi liga las hizo la abuelita de una de mis wedding planners. ¡Un valor increíble!
Encontrar un maquillista no me fue difícil, Joel es quien me ha maquillado en varias ocasiones y trabaja en la empresa donde escribo para la revista. Quise un maquillaje sobrio con unos labios fuertes. Debo confesarles que hizo un gran trabajo, cuando lo ocupen no duden en escribirme.
Me despido en medio del frío neoyorquino (pronto les cuento), un abrazo,
Ari.
Fotografías por Rebeca Moreno.