Según los expertos en el tema, la ansiedad es una sensación que se produce cuando el cuerpo percibe alguna amenaza, puede ser real o imaginaria. Se manifiesta de muchas formas: temor, angustia, inquietud, malestar y la típica ansiedad por los alimentos. Esas ganas de comer que parece imposible de saciar. De esta última es sobre la que vamos a hablar.
Empecemos diferenciando el hambre física del hambre emocional (ansiedad). La primera se va a presentar de forma gradual, poco a poco y unas horas después de realizar la última comida. Por otro lado, la ansiedad ocurre de la “nada” y, por lo general, se nos antojan alimentos muy dulces o muy salados. Se siente más en la garganta que en el estómago.
Sin embargo, el hambre física es muy probable que se sacie una vez que realizamos una comida. Por el contrario, el hambre emocional es difícil de controlar. Ahí es común el “picoteo” y los atracones, acompañados de cierta culpa.
¿Cómo podemos evitar consumir en exceso y controlar la ansiedad?
1. Paciencia y relajación. Nuestra mente tarda entre 20 y 30 minutos para darse cuenta de que ya realizamos una comida. Por eso, hay que tener paciencia y esperar unos minutos si sentimos ansiedad después de comer. Podemos ayudarnos con una bebida caliente sin azúcar. Si no vamos a estar activos después de alguna comida, la recomendación es relajarnos, con velas aromáticas en el escritorio o en el cuarto, música, yoga o ejercicios de meditación.
2. Hidratación. Es muy común que el cuerpo se muestre ansioso cuando hay deshidratación, pues tiende a confundirla con hambre. Para evitar eso, no debemos olvidar consumir agua durante el día. Además, si sentimos ganas de comer entre comidas, lo ideal es tomar agua. Podemos optar por bebidas frescas sin azúcar (pepino, canela, menta, limón…).
3. Actividad física. Nuestro mejor aliado es el ejercicio. Nos ayuda a mantener el cuerpo activo, regular la función hormonal, despejarnos, liberar preocupaciones y exceso de estrés o tensión; y así evitar esos picos de ansiedad.
4. Ocuparse. Destinemos nuestra energía hacia otra actividad. Puede ser alguna que nos haga olvidar que queremos comer y comer. Funciona mucho leer, llamar a una amiga, hablar con algún compañero de trabajo, escribir, planear un viaje o buscar algún tema en internet que nos guste mucho. Ocupar la mente en actividades que logren distraernos de esas ganas de comer.
5. El dulce, azúcar y harinas refinadas. Este ingrediente no es el mejor amigo para la ansiedad. Por el contrario, puede meternos en un círculo muy peligroso. A mayor cantidad de azúcar es mayor ansiedad. Sin embargo, podemos optar por alguna fruta alta en fibra como una manzana, una pera o una ciruela, y asegurémonos de no consumirlos en exceso durante el día.
6. Paz con los alimentos. Hay que crear una buena relación con los alimentos. Ningún alimento es prohibido, ni los chocolates, ni el helado, ¡ninguno! La clave es no excederse ni consumirlos todos los días. Tampoco hay alimentos de consumo libre. Por ejemplo, lo inline, fat free, low carb, entre otros nombres, no son más que etiquetas de alimentos que por lo general vienen acompañados de sustitutos de azúcar o aditivos que generan mucha ansiedad.
Muy importante, todos y todas sentimos ganas de comer “algo rico” de vez en cuando y no hay nada mejor que un buen helado o un rico chocolate para “esos días”. Eso no es ansiedad. La clave es tomar buenas decisiones y aplicar estos consejos. Pero si sentimos que nos es bastante difícil, podemos buscar profesionales en el tema que nos guíen de la mejor manera.