Ser

Amor propio: la clave para una vida saludable y feliz

By Laura Castro

November 07, 2017

Apenas recientemente estoy comprendiendo y viviendo en carne propia lo que es el amor propio. Más de dos décadas después de haber llegado a un mundo que nos define por medidas, colores y apariencias, al fin estoy en camino a sentirme plena en mi propia piel. Por supuesto digo en camino porque es una lucha constante.

¡Claro que es difícil alcanzar el amor propio! Minuto a minuto nos recuerdan que somos “imperfectos”. Nadie se salva del crudo análisis que la cultura del entretenimiento nos ha impuesto. Un día nos pintan a las actrices de Hollywood como la definición de belleza por excelencia. Pero al siguiente, las pisotean porque de repente no cumplen con los estándares absurdos que por años hemos alimentado.

“Lindsay Lohan en bikini: ¡qué gorda!” “¡Iggy Azalea tiene celulitis! ¡Wow!” “¡Kim Kardashian perdió su figura tras dar a luz a DOS hijos! ¡Impactante!” “Jennifer Aniston envejece como cualquier otro ser humano, ¡¿QUÉ?!” “Sasha Pieterse aumenta de peso como consecuencia de un trastorno hormonal, ¡qué descuido!”

Entonces, en medio de todo esto, ¿cómo puedo encontrar el amor propio?

 

Llevar una dieta saludable y hacer ejercicio, no para complacer a los demás, sino para amarme a mí misma

Cada cuerpo es distinto y la aceptación del mío es elemental para hallar el amor propio. Sin embargo, los buenos hábitos alimenticios y una vida activa son importantes. Mi motivación no debe ser lograr un cuerpo 90-60-90 ni parecerme cada vez más a la portada de Playboy o Soho. Más bien, es porque amo mi cuerpo, que decido nutrirlo y hacer lo posible porque se mantenga sano. No necesariamente esbelto. Porque como dice el dicho, no hay que juzgar a un libro por su portada.

Según la doctora en nutrición, Tatiana Castro, la apariencia física no es un indicador de salud. “La composición corporal es la que está relacionada con la aparición de enfermedades y, por ende, a la salud. El número en la báscula puede engañar”, aseguró.

 

¿Qué sucede cuando alguna enfermedad mental impide mi amor propio?

Si nunca se han vivido en carne propia, es difícil comprender la depresión, la ansiedad o los trastornos alimenticios. Pero si algo tienen en común, es que atacan directamente nuestra percepción de nosotros mismos y nuestro amor propio.  A veces no tenemos ni la energía necesaria para querernos, y en otras ocasiones, la persona que vemos en el espejo es alguien completamente indeseable.

Es importante siempre tener una red de apoyo, y esa red puede ser tan amplia como lo consideremos necesario. Amigos, familiares, profesionales. Solemos creer que podemos enfrentarlo todo solos, pero la ayuda es indispensable. Más aún cuando de una u otra forma sentimos que perdemos el control de nuestra vida.

En mi experiencia personal con la depresión, encontrar “distracciones” me fue útil. Retomar o adoptar hobbies que siempre quise pero nunca practiqué, me ayudó a sentirme más merecedora de felicidad y realización. Así, a la vez, me enfocaba en mí y forjaba mi camino hacia el amor propio, sanando mi mente y acercándome a lo que me apasionaba.

 

¿Cómo puedo contribuir al amor propio de los demás?

La cultura del entretenimiento también es responsable de las constantes comparaciones entre la apariencia física de dos personas. ¿Quién está más en forma? ¿Quién es más atractiva? ¿A quién le luce más el conjunto? ¿Quién va más acorde con los estándares que nos hemos fijado?

No obstante, esto lo que genera es una división. ¿Por qué no darnos cumplidos en vez de enfocarnos en los “defectos” ajenos? Es un cliché, pero también es una verdad irrefutable: cada quien es único y hermoso a su manera. Y recordárnoslo constantemente contribuye al amor propio de otros, así como al nuestro. Nos convertimos en personas positivas, que brillan con luz propia, en vez de buscar apagar la de los demás.

Y así es como soy cada vez más dueña de mí. Así es como me empodero un poco más cada día. Así es como estoy alcanzando el amor propio. Como he llegado a quererme y valorarme. Siendo alta o baja. Gorda o flaca. Negra, morena o blanca. Colocha o lacia. Con pecas, o canas, o celulitis, o estrías o mil detalles más que Hollywood no aprecia, pero hoy yo abrazo, acepto y hago míos.

 

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