Teníamos mucha ilusión de visitar Rio de Janeiro. Desde que llegamos, lo que quisimos hacer fue tirarnos en la arena, frente al mar, tomándonos un coco, viendo a Nico jugar y no pensar en nada más.
Por supuesto, Copacabana, Leblon e Ipanema son las playas más populares de Rio de Janeiro, y están bien. Ahora que viajamos con Nicolás, buscamos mucho la comodidad, la seguridad y el fácil acceso a los alimentos cerca de las playas. Así que no nos cayó nada mal una silla, una sombrilla, duchas, juguetes y el sonido de las olas.
Sin embargo, si quieren ponerse más aventureros, hay playas a las que se puede acceder en botes como Arrail de Cabo Frio ¡Son espectaculares!
Nos fue difícil renunciar a un día de playa para visitar otros lugares de la ciudad, pero era necesario. Así fue como visitamos al Cristo Redentor.
Cristo Redentor, Rio de Janeiro, Brasil.
Hay tres formas de llegar al Cristo: caminando, en mini van o en tren. Elegimos subir en tren. Desde que uno va ascendiendo puede ver la vegetación tan deliciosa y relajante que hay. Al finalizar la ruta del tren debemos subir unas gradas (hay eléctricas y elevador) para llegar al Cristo. Mientras iba por las gradas veía poco a poco al Cristo y eso me causó mucha emoción. Una vez estamos ahí la sensación es increíble. Ver a la ilusión de los turistas, todos buscando la mejor foto, la vista de Río de Janeiro y muchas personas cargadas de felicidad.
Tuve la misma sensación que cuando visité por primera vez la Torre Eiffel. Es un sentimiento de emoción abundante al estar en un punto tan icónico en nuestro planeta.
De paso te cuento que las entradas las compramos por internet.
Paõ de Açucar.
También quisimos visitar Paõ de Açucar. Unos brasileños nos contaron que ver el atardecer ahí era sensacional. En efecto, fue majestuoso, todo un espectáculo de la naturaleza.
Compramos los boletos ahí mismo. Un teleférico nos llevó hasta un punto intermedio. Solo ahí la vista era tremenda. Pero después otro teleférico nos llevó hasta Paõ de Açucar. El viento es bastante fuerte. Abrigamos a Nico y decidimos quedarnos hasta que el sol se ocultara, las luces de la ciudad se encendieran y el Cristo Redentor se iluminara. ¡Una belleza!
Si ya llevas tiempo leyendo mis viajes sabes que para mí es importante conocer la idiosincrasia de los habitantes. Por eso, visitar una favela era un must.
Favela Santa Marta.
Una de las favelas menos peligrosas es Santa Marta. Se ubica muy cerca de Copacabana. El chico que nos dio el tour creció en una favela y trabaja para un señor que vive en Santa Marta. Cuando pagas por el tour, una parte del dinero se destina a ayudar la favela. Te dejo el contacto aquí: +55-21-99177-9459.
Así que mi familia y yo íbamos felices, bien acompañados y ansiosos de conocer una cara muy real de Brasil. Las favelas se crean por muchas personas de escasos recursos que empiezan a aglomerarse en alguna zona.
Es verdad que hay muchos problemas con drogas, delincuencia, pocas condiciones de salud, mucha pobreza, violencia, entre otro montón de situaciones. Sin embargo, también hay personas trabajadoras. Muchos de ellos laboran en hoteles, vendiendo souvenirs o en lugares cerca.
Dentro de la favela hay un kinder muy pequeño. Reciben a 60 niños. El centro educativo busca ser una opción para que las mamás puedan trabajar. También hay iglesias y grupitos de apoyo. No hay un centro de salud.
Te recuerdas de este video?
Se grabó en la favela de Santa Marta. ¡Fue un boom! Michael Jackson llegó en helicóptero. Gracias a ese video, el gobierno puso electricidad, un elevador y algunos otros servicios muy básicos. La favela empezó a recibir turistas y eso los ha ayudado a mejorar -muy poco- en relación a otras favelas.
Brasil fue un destino maravilloso; no creí que me fuera a gustar tanto. Me encantó recorrer sus playas, meterme en su mar, visitar esos puntos tan majestuosos y mostrarme una realidad diferente que se vive en la favela. Cuando un viaje me llena de emoción, de alegría, de agradecimiento, de inspiración y de lecciones es cuando valió mucho la pena ??
Con cariño, Ari. ? @ClosetHispano