¿Cómo vestir el alma?

¿Cómo se visten las princesas?

By Ariana Fernández

August 27, 2020

Con un corsé sutil, azul y una falda amarilla que caía hasta sus pies. Mangas voluminosas y zapatos de tacón dorados. Así era Blancanieves. Con su cabello oscuro recogido, perfecto hasta cuando amanecía. Pero dejando de lado el físico y adentrándonos en el alma, Blancanieves es una princesa que enfrenta la tragedia de un sueño profundo hasta que es salvada por un príncipe con quien decide pasar el resto de su vida sin siquiera conocerlo bien. Blancanieves es acechada porque es la víctima de la envidia de su madrastra. Me puse a pensar, ¿es esa la de las princesas que yo soy? 

Tiempo después nació Cenicienta con su vestido celeste siempre ajustado en la cintura. Con una falda que caía de manera voluminosa. Pelo perfectamente amarrado. Guantes y zapatillas de cristal. La Bella Durmiente también vistió con un corsé ajustado en la cintura y con su falda de larga caída. La Sirenita se libró de un corsé y los tacones, pero conservaba una cintura estrecha y abdomen plano. Con la Bella y la Bestia, la princesa vuelve al corsé, cinturas estrechas y falda voluminosa. 

Yo siempre veo más allá del físico, ya sabes que para mi la belleza viene del alma. Por eso pensé en Cenicienta quien parece ser una princesa alegre, dulce, noble y bondadosa. Sin embargo, Cenicienta usa el traje de la sumisión porque vive siendo criticada por su madrastra y hermanastras. El mensaje es claro, para ser nosotras mismas vamos a generar la enemistad de otras mujeres, incluida nuestra familia. Pero también Cenicienta me transmite que las mujeres somos una “cosa” porque ella y todas las mujeres asisten a un baile para ver cuál es elegida por el príncipe, quien desea tener una mujer a su lado. Por si fuera poco, el príncipe termina eligiendo a su compañera de vida por el zapato que dejó perdido. 

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Yo no quiero ser la princesa que ataca por envidia. Tampoco quiero ser la princesa que es elegida solamente porque me queda el zapato que dejé perdido mientras bailaba un delicado vals. Yo no soy una princesa que quiere bailar un vals. 

En la Bella Durmiente, la princesa tiene 16 años. ¡16 añoooos! A esa edad espera despertarse bajo el beso de su príncipe con quien se casa. Cuando yo tenía 16 años no esperaba ser salvada por un príncipe, ni tampoco contemplaba pasar el resto de mi vida con mi novio de la época. A esa edad yo quería vivir, quería bailar, reír, conocer el mundo, usar Converse, tener los pantalones rotos de tanto que los arrastré. Entonces, ¿nunca he sido una princesa? 

La Sirenita me enseñó que las princesas tenemos que renunciar a lo que somos para estar con el hombre de nuestras vidas. Es decir, nada de lo que somos es tan importante. Ella tenía que renunciar a su vida en el mar, a su familia y a su cola. Voy a agregar que ella pierde su voz por la envidia de Úrsula un pulpo versión mujer. Entre menos hablen las mujeres mejor encuentran a su hombre ideal, ¿es así?  Ahora sí, ¿cómo voy a ser princesa si me cuesta guardar silencio?

Con el pasar de las décadas, las princesas han cambiado su forma de vestir. Algunas han ido dejado el corsé, otras hablan más, algunas no quieren casarse, otras comprenden el valor de la familia. 

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Mérida, de Valiente, dejó el corsé para usar un vestido más libre, con un arco colgando en su espalda, flechas y una cabellera rizada y libre. Se vistió de coraje para seguir lo que su alma le decía que hacer y para abrazar su vida sin un príncipe. Elsa y Ana de Frozen dejaron los corsé también, pero continúan siendo de vientre plano y con cintura. Ellas incentivan la relación de hermanas; es entre una y la otra que rompen el hechizo sin la necesidad del príncipe azul. Moana tiene brazos y piernas más gruesas, cabellera ondulada, libre y con la sensación de mar. Se embarca sola a un viaje para salvar a su tribu. Siempre necesitó de un personaje masculino que la ayudara en la misión, pero este a su vez rompe con todos los estereotipos de hombre guapo, perfecto y príncipe azul. Tampoco dependió de él salvar la isla sino más bien de ella. Moana es joven, regresa a su tribu y se queda con su gente.

 

Pensar en ser princesa me generó un sensación de una irrealidad que juega con nosotras. Porque en el mundo de Disney, para vestirse de princesas hay que estar en vestidos, siempre peinadas perfectamente.  Yo soy una princesa que elige lo que quiere usar para sentirse bien con una misma. Hoy puedo subirme en unos tacones y mañana a unas tenis; puedo usar una falda larga o una mini, un short o un pantalón. Yo soy la princesa que va al gimnasio y sale roja, despeinada y sudada. Yo como princesa amo mis piernas y no tengo que prescindir de ellas para que alguien me ame. 

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Soy una princesa que no busca la enemistad entre mujeres. Tampoco soy un objeto porque soy persona con muchas capacidades, entre ellas luchar y enfrentar la adversidad. Que cuando me tengan que rescatar fue porque humanamente hice todo lo que podía. Es válido pedir ayuda. 

Yo de las princesas que elegí casarme con un príncipe que trabaja junto a mí por nuestros sueños. Somos un equipo y nos salvamos cuando cada uno ha hecho lo mejor de sí. Soy de las princesas que viste con lo que la hace feliz, soy una princesa que habla y que tiene sus opiniones. Soy de las princesas que trabaja, que emprende y que busca que su trabajo aporte de manera positiva al mundo. 

Así como me castigaban ser una princesa que viste distinto a las que vimos en las películas, sé que esa princesa también eres tú. 

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