Estaba pensando que muchas veces cargamos demasiado. En una simple lectura pensarás que me refiero a todo lo que llevamos en el bolso o en la pañalera de las que tenemos hijos(as). Pero en realidad hago referencia a lo que va dentro de nosotras, de nuestra alma.
Los globos aerostáticos se elevan con una facilidad a simple vista. Fuego, una cesta, las pocas personas que van dentro, mucho color y listo. Una los ve volar tranquilos por el aire. Dentro de nosotras todo funciona distinto. La premura de los días nos hace almacenar muchas emociones. Son sacos de arena que vamos guardando. Algunos tienen pendientes de trabajo. Otros llevan sueños en pausa, proyectos que realizar, riñas con seres queridos, agotamiento, alegrías, anhelos. En fin empezamos a llevar mucho, más de la cuenta diría yo.
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Desde hace varias semanas vengo trabajando en una terapia donde me di cuenta que cargaba una situación sucedida hace más de 15 años. La llevaba en mi interior quitándome fluidez. No solo es la situación en sí sino todos los sentimientos que se añaden. Cargué silencio, dolor, rencor, enfado, secuelas varias. Fue cuando me di cuenta que cargamos demasiado y que yo quiero ser ese globo aerostático.
Al menos, de esa carga yo no era consciente, pero hay otras de las que sí lo somos. Acumular esos sacos hace que nuestra alma se vuelva más pesada y ¡como entorpece nuestro recorrido!
Hay un saco de arena de ese globo que quita mucha fluidez: nuestras relaciones pasadas. Me refiero a una pareja, un familiar, una amistad, un conocido o aquella persona con la que la relación acabó. A veces finaliza bien, mal u otras acaban y ni siquiera entendimos por qué. Pero lo cierto es que muchas veces aunque haya acabado, las seguimos cargando; y eso implica llevar más peso de la cuenta o hasta intoxicarnos. Lo que ya murió se entierra o se incinera, pero si la dejamos con nosotras nos intoxica. Por eso volar empieza a ser difícil.
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Los costales de arena nos hacen pesado el viaje y que bonito es volar. Las situaciones que cargamos son infinitas, tantas como las experiencias que vivimos día tras día, pero es momento de dejar caer esos costales y empezar a volar.
Sé que se escribe fácil, pero puede ser una tarea que requiera más de tiempo. ¡No importa, podemos hacerlo! Solo imagínate que te subes al globo aerostático.
El fuego es todo lo maravilloso que vives, el amor, los buenos recuerdos, las buenas lecciones.
Tira el peso que subiste esta cuarentena. Deja caer fuera del globo las perdidas de este año. Deja ir a quien no quiso estar contigo. Suelta el rencor. Deja caer cada saco de arena que impiden ese despegue. Es momento de empezar a elevarse. El globo sube despacio y es importante disfrutarse el proceso. Lo más bonito de estar arriba en el globo es que podemos ver los amaneceres y los atardeceres y eso siempre nos va a recordar que tenemos una nueva oportunidad.
Con cariño inmenso para esta navidad,
Ari.