Emigrar de Costa Rica no es una necesidad. No nos educaron para pensar en irnos lejos de casa. Tampoco nos enseñaron a incomodarnos un poco para perseguir otras oportunidades que a veces ni imaginamos que existen.
La primera vez que emigré fue a España. Fui a estudiar por un año y me quedé viviendo por más de tres. Realmente me encontraba lejos de casa, o eso era lo que yo creía en aquel momento. Aquellos años fueron maravillosos. Estudié, trabajé, escribí un libro, viajé, hice mi primera familia postiza en el extranjero y tuve a mi primer hijo.
Después de España pasé a vivir a México. El cambio fue difícil porque traía en brazos a una criatura de 5 meses y no conocía a nadie. Yo estaba más cerca de mi país natal, pero me sentía más lejos que cuando estuve en España. Estaba a un vuelo de 3 horas de Costa Rica, pero más sola que cuando viví a 12 horas en avión.
Me suelen preguntar si prefiero a España o a México. Pero no hay una respuesta para eso. Son dos países diferentes; el legado español del tiempo de colonización se siente mucho en la cultura mexicana.
Lo que sé es que en México hice otra familia postiza. Con el tiempo retomé mis proyectos e inicié algunos nuevos. En México emprendí un viaje distinto. Pero también he aprendido a que el mundo es redondo y que las fronteras las puso el ser humano ante la necesidad de controlar a la población y poder legislar sobre un territorio.
Tanto en Madrid como en Querétaro viven demasiados extranjeros. Aquí donde vivo ahora hay: coreanos, japoneses, chinos, franceses, venezolanos, costarricenses, hondureños. Incluso los mexicanos de otros Estados se sienten lejos de su hogar.
Eso me ha hecho entender que el mundo es redondo y tu vas a donde quieres ir. Estas lejos de tu hogar a medida que tu mente lo permita. Siempre hace falta tu tierra, tu gente, tus costumbres, pero cuando veo a los chinitos de al lado de mi casa pienso que para ellos estar aquí es lejos y para mí cerca. Porque el mundo es redondo así que vas por él andando.
No importa en cuáles países llegue a vivir. No importa si son distantes o cercanos de algún lugar de referencia. Siempre el país de una va a tener un lugar importante en el corazón, en nuestros anhelos, en nuestras intenciones, en todo.
Por eso hoy recuerdo con cariño a Costa Rica, que hace 199 se independizó. Siempre es mi hogar no importa si estoy lejos o cerca. Siempre es mi hogar aunque ame los otros países en los que he vivido. Mi país ocupa el lugar más especial sobre la Tierra y me ha hecho sentir tan resguardada que eso me ha permitido emigrar con la seguridad de que siempre puedo volver a casa.
Con cariño,
Ari.