Mamá Millenial

Incompleta

By Ariana Fernández

July 14, 2020

Una vez estaba dando un taller de mi libro de Cómo Vestir el Alma. Mi audiencia en aquella ocasión fueron chicas jóvenes que enfrentaban una batalla contra el cáncer, principalmente. Todas eran, y son, increíbles mujeres. Una de ellas, Raki, había perdido su brazo por la lucha contra el cáncer, tenía dos hijos (si no me equivoco) y un alma alegre. Ese día, ella nos compartió una frase que la recuerdo aún hoy. Ella me dijo: Ari, nunca me he sentido más completa ahora que estoy incompleta.

Recuerdo que sus palabras hicieron eco en el salón y en todas las que estábamos ahí. Ella perdió su brazo, pero ganó vida. Estaba incompleta físicamente, pero completa en gratitud. Tenía un brazo menos, pero otros ojos que miraban la vida. Tenía una alegría muy contagiosa y un optimismo bárbaro. De eso fue hace 5 años, aproximadamente. Ella falleció años más tarde, pero su legado continúa aquí conmigo con su frase magistral. La comparto contigo porque en la vida tenemos momentos donde nos sentimos completas aún cuando estamos incompletas. 

También: A mis amigas post parto.

Al convertimos en madres, las lecciones de momentos inconclusos nos caen por montón. Dejamos incompletos algunos pendientes del hogar porque nuestro(a) hijo(a) necesita atención y cuidados. No concluimos algunos detalles de nuestro trabajo porque atendemos a nuestro(as) hijos(as) para luego retomar, si podemos, lo que dejamos en pausa. En ocasiones, nos sentimos incompletas porque hemos pasado atendiendo a nuestros(as) hijos(as) y no hemos podido hacerlo con nosotras mismas. O bien, nos sentimos incompletas porque vamos atendiendo lo que podemos a brincos y saltos. 

Durante mi maternidad esa sensación de incompleta me ha afectado bastante. No estaba acostumbrada a dejar inconclusos mis pendientes o las acciones que simplemente hacía porque me daban felicidad. Pelee bastante con la naturaleza porque esa sensación incompleta me atormentaba. 

Pero entre más luchaba, más momentos inconclusos me hacía enfrentar. La mayoría de las noches de mi primer año con Nicolás fueron una cátedra. Yo pensaba que una vez le diera pecho a Nico por la noche podría ponerme a trabajar. Pero no era mi caso. Hay mujeres que lo logran, pero yo no podía. Yo me dormía, me daba hambre o me levantaba simplemente con ganas de descansar. 

Hubo días en los que quise sentarme a escribir, pero mis ideas ya se habían marchado. Quería arreglarme y hasta eso dejaba incompleto. A veces una almuerza a medias, deja la cocina a medio camino de limpieza. Dejamos una conversación inconclusa con alguna amiga. 

Hace unos días que vengo trabajando en entender esos episodios incompletos. Como Raki he ido comprendiendo que en esas situaciones a veces incompletas, encuentro mi razón completa para ser una mejor persona. El tiempo me ha ido enseñando a trabajar por ratos, a atender mis pasiones por momentos, ha hablar cuando pueda porque lo que completó mi vida fue mi hijo.  

Nicolás es la parte completa de la historia de mi vida. Me enseñó que lo lo que yo creía completo carecía de una parte, carecía de él. En la vida nada puede ser tan rígido o tan recto, él vino a enseñarme a aprovechar los momentos y a encontrar las maneras para evolucionar como mujer y poder satisfacer todas las partes de mi vida.

También: El grado académico para ser mamá es vivir.

Eso es una de las muchas lecciones que Nicolás es para mí, una enseñanza inmensa de cómo él y yo aprendemos a transformarnos y a crecer, aún cuando todo lo demás parezca que esta incompleto. 

Un beso inmenso a todas las mamás que en algún momento se han sentido incompletas, con cariño, 

Ari. 

Comentarios

comentario