Creo, en lo particular, que hay aptitudes que traemos desde niños y otras que desarrollamos según nuestras pasiones.
Así sucedió con Álvaro Núñez, quien tenía habilidades artísticas que perfeccionó durante la secundaria.
“En el colegio saqué la especialidad en pieles y cueros. Tenía claro que deseaba estudiar diseño de modas y así lo hice, sin embargo, creía que el cuero sería mi camino”, me contó Álvaro.
A veces el instante menos esperado determina el norte de nuestro trayecto. Justo un año antes de graduarse, asistió a una conferencia donde alguien del público pregunta al conferencista: ¿qué opina de la moda en Costa Rica?
“En Costa Rica no hay moda, no he encontrado una propuesta de un diseñador que me pueda llevar a mi país, respondió. Y esa respuesta comenzó a marcar mi camino”, me añadió este costarricense.
Para graduarse con el título de diseñador, su eterna pasión, Álvaro tenía que crear 12 piezas de ropa. Al sentirse limitado por los materiales que encontraba en Costa Rica puso atención a una persona que le comentó de una comunidad indígena en Boruca que fabricaba textiles. Encontró a otros movidos por la misma pasión que él.
“Fui hasta Boruca a tocar puerta por puerta, preguntaba quién hacía telas y de qué tamaños. Me encontré a un señor que me dijo que la prima me podría ayudar, y es con la persona que actualmente trabajo, le decimos de cariño: China”, me contó con un anhelo profundo.
Álvaro regresó a San José lleno audacia, motivación y valentía, y así comenzó a crear los patrones. Los enviaba a Boruca y ellos le regresaban telas. Tras una lucha de experimentación en el uso de los textiles indígenas, logró presentar su proyecto en el 2005, donde recibió mención de honor.
“Invertí mucho dinero en el proyecto de graduación por lo que busqué trabajo. Diseñaba en empresas costarricenses para solventar la deuda que tenía”, me explicó Álvaro después de haberlo logrado.
Se presentó la oportunidad para que el diseñador costarricense fuera a España, a lo que yo le llamo su segundo motor que lo haría volar hasta donde está hoy.
Estando allá conoció a Charo Iglesias, una diseñadora que confeccionaba sombreros
en Madrid. Iglesias impartió un curso al cual Álvaro asistió. Asimismo, el costarricense conoció su taller y logró aprender las múltiples facetas de Charo.
“Regresé a Costa Rica con una lección de emprendimiento que Charo me demostró. Había marcado tanto mis deseos que a los días puse la renuncia donde trabajaba y retomé Autóctono.
“Me lo tomé muy enserio y creí que lo mejor era manejar una línea de accesorios. Como seguía en contacto con los indígenas de Boruca, no me fue difícil volver a adquirir las telas”, agregó.
Es, lo que yo llamo, una mezcla de talentos, una unión de esfuerzos y de pasiones.
“Ellos aportan su conocimiento ancestral y yo mis conocimientos de diseño, por lo que trabajamos de manera conjunta”, me dijo el costarricense.
Cuando conversaba con él , me llamó la atención conocer que para el 1 de mayo del 2012, la diputada Carmen Granados utilizó un vestido de Autóctono. ¡Así es! (Última foto)
El significado de autóctono se cumple a cabalidad. Termina siendo un producto que ha nacido y se ha originado en el mismo lugar donde se encuentra: Costa Rica. En manos de un apasionado como Álvaro.
Modelo: Estefanía Gutiérrez de IMM Costa Rica.
Maquillaje y cabello: Rosibel Salazar.
Fotografía: Carlos Céspedes S.