Muchas veces he escuchado a las mamás decir que los hijos(as) son una bendición. Me resultaba divertido escuchar que a esas criaturas las llamaran bendis.
“Ser madre es una bendición”. “Mis hijos son una bendición”. Son frases que se repiten varias veces. Pero realmente decir eso es una forma de resumir muy rápidamente lo que significan ellos(as) en nuestra vida. Pero, por otro lado, ¿Cómo podemos decir que son una bendición si a veces los instantes de nuestra maternidad son un caos verdadero?
También: Cambié un «nunca más» por un «¡Vamos de nuevo!»
Lo que me parecía muy divertido, con el tiempo me exigió darle una explicación. Porque sí son una bendición, pero por qué. Hay días que apoyo desmedidamente el sobrenombre y hay otros días donde apenas sobreviví a la jornada como si me hubiera caído un terraplén encima.
Una creación divina. Desde mi óptica de la fe y de mi confianza en Dios, mis hijos me han permitido ser testigos de la creación de Dios. Con mis dos embarazos siempre he quedado alucinada cuando veo que en el conjunto de dos células ya hay vida. Cuando aprecio su evolución y escucho que hay latidos de un corazón que yo no fui capaz de formar me regocijo en Dios y en mi criatura que se gesta con esa pasión por vivir.
También: Posparto: ¡Recordá que no estás sola durante esta etapa!
Esa criatura sigue latiendo, formándose y yo lo único que hago es tomar ciertas precauciones. Pero la mano de Dios es ahí una bella forma de entender que mi hijo es una bendición, una creación y amor divino donde yo fui la testigo principal.
«Porque tú formaste mis entrañas, tú me tejiste en el seno de mi madre. Te alabaré por el maravilloso modo en que me hiciste. ¡Qué admirables son tus obras! Del todo conoces tú mi alma. No se te ocultaban mis huesos cuando secretamente era formado y en el misterio era plasmado», Salmo 139:13-15.
El alumbramiento. Vivir después del alumbramiento es un regalo de Dios. Yo sentí que volví a nacer porque mi primer parto fue complicado y sobrevivir fue una segunda oportunidad. Pero, aunque un parto no tenga complicación, el alumbramiento trae luz al mundo y con esa luz, mi vida volvió a tomar fuerza, dirección y trabajo.
Amar sin condición. Los hijos son capaces de amarnos desmedidamente. La vida me sorprendió cuando Nicolás estuvo más grande y consciente de manifestar sus sentimientos. Una vez Nico me dijo: “mamá te amo mucho”. Estábamos recién despiertos. Yo tenía los ojos hinchados de aquella dormida, la cabellera desordenada, el pijama más dispar de todas, pero así sencilla él me amaba mucho.
Los hijos nos aman añejas, sudadas, cansadas, arregladas, con mucho o con poco, nos aman sin importarles nada más que el amor que sienten por nosotras. Pocas personas nos llegan a amar simplemente por lo que somos, por lo mucho o lo poco que tengamos o independientemente de nuestra apariencia física. Los hijos(as) son una cátedra de ese amor y eso es sencillamente una bendición.
También: #NicolettoTurns3 ¿En qué momento han pasado tres años?
Trabajo diario. Por lo general, un trabajo se convierte en una bendición porque tenemos algo que hacer, que es remunerado y que nos hace crecer profesional y personalmente.
Nicolás me ha conducido a ser un mejor ser humano. No queremos enseñarles a nuestros hijos malas lecciones. Es difícil porque si no prestamos el suficiente cuidado hacemos las cosas por inercia, tal y como las aprendimos, pero si hacemos lo contrario y creamos consciencia de las enseñanzas que queremos transmitir hay muchas conductas que tenemos que cambiar dentro de nosotras para trasmitirlas de una mejor manera.
Ese trabajo de ser madre consciente es duro porque no siempre me doy cuenta de lo que debo mejorar de mi misma. Es más retador aún porque ese trabajo me confronta con mi pasado y mis antepasados. Duele pasar por ahí para mejorar y, sobretodo, para transmitírselo a esos ojitos que me miran como lo más grande.
También: Estoy aprendiendo a…
Nuestra criatura nos ha puesto a trabajar en nosotras mismas. Nos ha hecho crecer personalmente. La remuneración no es exactamente como la pensamos porque nadie nos gira dinero sólo por ser mamás y es de los trabajos más duros. Pero esa remuneración no es en efectivo sino de vida. La vida nos premia por lo bueno que hagamos con ellos(as) porque son el futuro de un mundo que espera mejores seres humanos. Hasta ahí, por más ardua que sea la tarea, son una bendición.
“Instruye al niño en el camino correcto, y aún en su vejez no lo abandonará”,
Proverbios 22:6.
Lo que empezó siendo una respuesta de vía rápida, realmente tiene un sentido completo. Un sentido que muchas veces se ha transfigurado en frustración, cansancio, desilusión, enfado (…) pero que en cada detalle busca ser una bendición completa. Permitirme verlo así me ha hecho crecer como ser humano, en amor, en compasión y en fuerza.
Hoy disfruto de mis bendiciones, que me llevan a lo más alto del amor y a veces a las profundidades de mi desesperación. Pero en cualquiera de los casos, con el sol más brillante o la noche más oscura me han hecho palpitar mi corazón con más fuerza.
Con amor, Ari.