Mamá Millenial

Mi hijo es una obra de arte

By Ariana Fernández

March 15, 2020

Cuando cierro los ojos y pienso en el tiempo que he vivido junto a Nicolás, logro comprender que mi hijo es una obra de arte.

Justo cuando quedé embarazada fui descubriendo que una obra de arte empezaba a pintarse dentro de mí. De la nada pasé de tener un bolita muy pequeña y ovalada en mi vientre, a una figurita de bebé con un hilito que lo mantenía conectado a mi. El lienzo de Dios iba dando forma a aquella creación.

En cuestión de días, esa obra de arte tenía un corazón. Yo podía escuchar sus latidos. Se me erizaba la piel cuando veía por una pantalla como sus palpitaciones tenían fuerza e ilusión. Que maravilloso que esta obra de arte estuviera latiendo. Cuando vi a la Mona Lisa en París, el corazón que latía era el mío no el de ella.

Dios siguió perfeccionando su obra de arte. Pintó unos ojos hermosos, llenos de pestañas y con una mirada dulce, alegre y penetrante. Él seguía confeccionando su obra de arte. Moldeaba sus brazos y perfilaba sus dedos. Aquella obra de arte empezaba a tener unas piernas que se movían constantemente.

Mientras Dios pintaba esa obra de arte, yo solo observaba con atención su capacidad innata de crear. Dios pintaba y yo me cuidaba de lo que comía, de lo que hacía, lo que sentía porque sólo quería que Nicolás estuviera inundándose de amor. Sin embargo, por más que yo hiciera todo lo bueno para Nicolás, la evolución y el acabado de esa obra de arte no dependía de mí. Yo no podía pintar esos ojos, ni esos brazos.

También: Para adquirir mi libro, Cómo Vestir el Alma, da click aquí.

Mi obra de arte vio la luz del mundo un 9 de enero. Nacer significa enfrentarse a los primeros comentarios despectivos que socialmente nos hacen: los bebés recién nacidos son feos. Pero ese niño arrugado, rojo, con el cabello sin acomodar y llenos de vérnix caseosa lleva pintándose varias semanas porque mi hijo es una obra de arte.

Pero sucede que una vez fuera de ti, Dios te comparte un pincel, un lápiz, unas pinturas, una herramienta para tallar, lo que sea que necesites para continuar con esa obra de arte. Yo me siento privilegiada porque no cualquier artista me invita a continuar haciendo la obra con él.

Esa obra de arte que es mi hijo ha crecido con el tiempo. Se ha inundado de colores por etapas. Ha desarrollado habilidades. Pasó de estar alzado a gatear, a caminar y correr sin parar. Por eso cuando veo su sonrisa sé que esta obra de arte esta alcanzando su objetivo y me llena de alegría.

Dios confeccionó mi obra de arte no solo físicamente sino que también ha pintado un baúl con tesoros en su interior. Son dones, virtudes y sueños que esperan a que mi obra de arte los explote.

Dios creó el mundo en seis días para descansar el sétimo. Pero con mi obra de arte, este pintor colorea a diario. Yo lo veo todos los días en su salud, en su alegría, en sus ganas de aprender, en su evolución y en su amor. Esta obra de arte es tan invaluable que no te permite descansos. Lo más mágico es que nunca ves el pincel pero sí ves la obra. Y aún más perfecto es que mientras Dios trabaja en él, también trabaja en mí.

Con un cariño inmenso para todas las artistas que pintan su obra de arte,

Ari.

Facebook: Closet Hispano.

Instagram: closethispano.

Para adquirir mi libro, Cómo Vestir el Alma, da click aquí. 

 

Comentarios

comentario