¿Cómo vestir el alma?

Querido Dios: que en la turbulencia siempre te encuentre

By Ariana Fernández

January 20, 2021

Estoy segura que ya lo sabes mejor que yo, pero quiero contarte que a la mayoría de seres humanos no nos gusta la inquietud. Cuando la vida se me pone de cabeza o cuesta arriba, yo me siento incómoda. Cuando enfrento alguna situación difícil a veces me llega la aflicción, la confusión y hasta la oscuridad.

Las situaciones son infinitas y cada ser humano que has creado enfrenta la vida de manera distinta. A veces nos toca encarar alguna situación del pasado que nos ha marcado. A veces es una noticia abrumadora, un reto laboral, situaciones de pareja, personales. En fin, cuando creíamos tener todo en orden, de un pronto a otro se nos desordena la vida, se desacomodan nuestros objetivos, se desmoronan nuestras expectativas. Sentir que perdemos el control nos mata. A mí me ha pasado.

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Yo sé que aún siendo Dios has llorado, has sufrido y te has visto tentado. Pero quiero decirte que es feo sentir esos momentos cargados de turbulencia. No es agradable sentirme perdida. Sin embargo, tengo toda la confianza de que en esas inquietudes te encuentro. No hay una sola etapa difícil de mi vida en la que tu no hayas estado o en la que no te haya visto. Quizás no te he entendido en el momento, pero sé que estas ahí conmigo.

Hace unos días escuché a una muchacha decir: “estoy en un momento de la vida donde necesito a Dios”. Otra dijo: “estoy atravesando un momento difícil y pensé que necesito un poco de Dios”. Fue cuando corroboré que esas turbulencias buscan acercarnos a ti. Gracias porque haces la tempestad, gracias porque ahí es cuando muchas(os) te encuentran.

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Tú lo sabes mejor que yo: desde hace meses vengo trabajando contigo una situación que se me presentó hace muchos años atrás. Es verdad que me he sentido triste, enfadada, contrariada, humanamente sola, pero ahí es donde te encuentro. En ese silencio estas tú. En mi soledad o en mi tristeza estas tú. Encontrarte ahí es el mejor regalo de mi tempestad, es lo mejor de mi turbulencia.

Estar contigo no es hacer la vida fácil, libre de obstáculos. Al contrario, estar contigo es atravesar valles oscuros para tomarme de tu mano. Gracias porque en el dolor te encuentro.

Hace unos días, una amiga me acordó de este versículo que hoy me llena de alivio.

 “Tres veces le he pedido al Señor que me quite ese sufrimiento, pero el Señor me ha dicho: “Mi amor es todo lo que necesitas; pues mi poder se muestra plenamente en la debilidad”. Así que prefiero gloriarme de ser débil, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Y me alegro también de las debilidades, los insultos, las necesidades, las persecuciones y las dificultades que sufro por Cristo, porque cuando más débil me siento es cuando más fuerte soy. 2 Corintios 12:8-10.

Así que nunca permitas que alguna turbulencia me aleje de ti. Ojalá que todas(os) lo que van por ese momento inquietante puedan verte, escucharte y sujetarte de tu mano.

Te amo,

Ari.

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