Ser

Querido Dios: una carta al desamor

By Ariana Fernández

June 11, 2020

Que ingenua fui cuando más joven pensé que los desamores que viviría serían las rupturas con algún novio que tuviera de adolescente. No se me olvida el día que terminé con un novio y solté un par de lágrimas en el baño del colegio contándole a una amiga. ¿Te acuerdas? Cuando salí de ahí ya se me había olvidado. 

Creí que el desamor era como me lo pintaron en las películas. Pero mis momentos de desamor han tenido otras influencias. He llorado por la pérdida de un ser querido en la Tierra, por momentos de desamor con mi padre. Lloré por Elías en varias ocasiones. En fin, han sido desamores que son parte del ciclo de la vida humana y que todas enfrentamos. 

Hoy quería escribirte esta carta porque no puedo superar la imagen de George Floyd siendo asesinado por un policía. Me hacen eco sus palabras: “I can’t breathe”. Que difícil es constatar que, a veces, como seres humanos podemos sacar la peor versión de nosotras(os) mismas(os) en un segundo. Me parte el alma, me inunda de desánimo y me ponen a pensar tanto en su hija como en el mío. 

Por un lado, la hija de él porque sé lo que es perder a una persona tan importante cuando se es sólo una niña. Por otro lado, pienso en mi hijo porque yo lo estoy educando con principios de amor, de bondad, de respeto; y en algún momento voy a tener que traerlo a una dura realidad explicándole que hay personas malas, que no confíe en todo el mundo, que se cuide, que sea lento para hablar, pero que abrace sus convicciones. Eso me duele, me asusta y me entristece. 

El desamor es como un tejido; lo empiezas a hacer y se va extendiendo. Haces una pequeña puntada del crochet del desamor y cuando la persona se da cuenta ha tejido una alfombra (tapete) entera de actos carentes de amor. El crochet abriga a la mala energía que trae el desamor, te la retiene y  genera más acciones negativas.

Así transcurren los días, y cada vez que se sale de esa alfombra de desamor, el ser humano es capaz de matar, de acabar con la vida porque tenemos colores de piel distintos, se es capaz de cometer violaciones, abusar de menores, abandonar…

Es triste Dios, vivir esta realidad. Yo sé que permites todo. Permites que como seres humanos podamos pensar con amor y no lo estamos haciendo. Me incluyo porque vivo día a día luchando amar a todos como tu me amaste. Es verdad que nunca he matado a nadie, pero siempre hay alguien que le quiere quebrar a una la paciencia y hacerme tropezar en el tapete del desamor. 

Se escribe sencillo, pero amar a los demás como tu me amas es una tarea titánica. Decir que amo a una persona que nunca veo es muy fácil. Leí que el objetivo de amar es poder brindar ayuda aunque eso me cause alguna incomodidad, dar aunque nos cueste, buscar el bienestar de otros antes que el nuestro, cuando otros nos ofenden y no buscamos vengarnos. Solo haciendo eso, la gente lo notará y se darán cuenta de que han recibido poder de una fuente sobrenatural. 

Lo que más me duele.

Sé que hay muchas personas que dejan de creer en ti a diario. Dejan de confiar en tu amor porque ven que todos esos tapetes de desamor abrigan a personas que acaban con el mundo. Muchas(os) dicen que si tú todo lo puedes, por qué permites que esto suceda. No las(os) juzgo porque sé como esta el mundo, pero también sé que puedes permitir esto y más. No lo haces porque seas un Dios malo, sino porque esta vida es un puente que nos lleva a la eternidad. 

Una vez escuché decir a un amigo: “la gente no deja de amar el fútbol sólo porque le tiraron una bolsa de orines en el estadio o porque el árbitro no pitó de la manera más justa”. Tiene toda la razón. Así mismo sucede para creer en ti. Esa es mi esperanza: que este mundo no es la meta sino que me espera la eternidad. Por eso yo no me puedo enojar contigo porque también me das libertad para decidir si actuar con amor o desamor. 

En esta carta quiero pedirte que cada alfombra que se va a tejer en mi casa sea de amor. Que cada noche, mi familia se abrigue con el crochet del respeto y el amor, para que al día siguiente sigamos intentando ser buenos humanos. 

Ayúdame a enseñarle a mi hijo que su alfombra va a ser de valores y principios responsables, pero que sepa diferenciar entre lo bueno y lo malo disfrazado de bueno. Que cuando llegue el momento de explicarle sobre el desamor en el mundo no le traiga a bajo su ilusión sino que tenga la resiliencia y protección para contribuir positivamente en esta vida.  

Te amo, Ari. 

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