¿Cómo vestir el alma?

Cómo trascendemos 23 años después

By Ariana Fernández

May 18, 2020

A veces creía que necesitaba una fecha para hablar de esto, pero estaba equivocada. Esperaba que fuera el día de la madre para poder escribir sobre ella, pero lo puedo hacer siempre. A veces esperé que, tras 23 años de su partida, no fuera necesario hacerlo, pero lo es. 

Cómo puedo tener su cariño si se fue hace tanto tiempo. Cómo puedo necesitarla si en realidad compartimos tan poco. Cómo puedo saber que mi mayor porrista es ella si nunca me lo dijo. Cómo sé que su cariño esta en mi corazón. Cómo la siento si no la veo. 

Pero si antes lo entendía, ahora mucho más. Resulta que ser mamá tiene una conexión especial con Dios, con nuestros sentidos y con lo eterno. El esfuerzo sobrenatural que nuestro cuerpo enfrenta para poder dar vida es una muestra profunda de un amor único. Parece sencillo cuando vemos a una embarazada, pero enfrentamos el valle de la muerte para traer vida. Algunas sobrevivimos, otras perecen, pero todas, la gran mayoría, luchamos con amor por esa criatura. 

Una vez los(as) críos fuera empieza otra conexión. Ellos(as) viven emocionalmente conectados a nosotras, sus madres, los primeros tres años de vida. Sienten lo que sentimos. Viven lo que vivimos. Absorben lo que transmitimos. Es muy fuerte porque cuando somos grandes no recordamos ese tiempo, pero el subconsciente y el alma lo tienen muy claro. 

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Hay un duro caminar después de eso. Cuando luchamos con nuestro trabajo, nuestros sueños, nuestro tiempo, lo que queremos y podemos enseñarles. Cuando debatimos entre morirnos a carcajadas y también disciplina. Entre la energía de jugar y nuestro cansancio. Así nos vamos entre paredes enseñándoles lo que podemos, lo que queremos, lo que sentimos que es mejor y lo que damos con amor. Esa es la clave: el amor desmedido

Ahora que entiendo eso, sé que fue la misma receta que utilizó mi madre. Ya he contado que ella  falleció hace 23 años. He vivido más con mi esposo que con mi madre. He salido más de viaje con Elías que con mamá. He platicado más con él que con ella. Pero no hay un solo día que haya sentido que perdí. 

Verla irse de la vida terrenal fue duro, de los momentos más difíciles que he tenido que enfrentar. Pero tras esa pérdida gané. Gané tenerla eternamente junto a mí, gané su herencia, gané su cuidado y su compañía. Gané aunque lloré. La persona más importante de mi vida la perdí, pero aún cuando no está, nunca se fue

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Ese amor maternal trasciende. Es verdad que hubo dos momentos muy claros donde deseé que estuviera aquí en la Tierra: en mi etapa de post parto y durante esta cuarentena. Porque una extraña las bondades humanas de una llamada, de un abrazo, de un consejo, de una risa… Pero cuando me siento así cierro mis ojos y la encuentro en mi alma. 

Cierro mis ojos y veo su herencia. Los cierro y se me inunda el corazón de gratitud porque por su esfuerzo estudié, gracias a ella comí, me vestí… Cierro los ojos y la siento a mi lado; los cierro más fuerte y miro cómo el tiempo me ha manifestado que esta aquí conmigo. Me ha consolado y es mi mejor porrista. Las mamás son las personas que más creen en nosotros y la mía no ha dejado de hacerlo. 

Hace muy pocos días descubrí que cuando cierro mis ojos veo a mi madre escribir. Escribía diarios. Escribía para ella, escribía para mí, escribía mucho. Cuando abrí mis ojos yo estaba haciendo lo mismo que ella, escribiendo. Me costó 23 años comprender que lo heredé de ella y cuando lo hice fue como si esos 23 años no hubieran pasado. 

Quise dejar este texto porque me escriben muchísimo cuando sus mamás pasan a la eternidad. Las entiendo. Las comprendo en su dolor. Siempre les digo que habrán días en los que se sientan bien y otros en los que la soledad las destruye en llanto. Es así. El solitario y doloroso camino del duelo. Pero cuando pasas esa etapa descubres y sientes que esta ahí, en tu alma. 

También escribo esto porque los amores verdaderos no se pierden ni con la muerte; y no hay un amor más desmedido que el de nuestras madres. 

Con un cariño inmenso, 

Ari. 

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