¿Cómo vestir el alma?

Cómo Vestir el Alma: A mis padres

By Ariana Fernández

February 25, 2021

A mi me provoca una felicidad enorme cumplir años. Es el mejor momento para hacer una lista de agradecimientos y hasta para pensar qué vendrá este nuevo año. Sentir el amor de las personas que están a nuestro alrededor y de quienes nos aman, me hace sentirme recargada para afrontar una vuelta más al sol.

Pero este año, además de repasar cada instante de crecimiento y de alegría; también pensé en mis padres. Que afortunada fui de que por medio de ellos yo hoy pueda vivir. ¡Qué agradecida estoy!

A mis padres terrenales.

Una parte de mi esta heredada de mi madre y que complacida me siento por eso. Mi madre murió hace 25 años. Suena mucho porque en verdad es bastante tiempo el que he pasado sin poder mirarla y sin poder hablarle. Pero no hay un solo año desde su partida en el que yo no haya conocido algún detalle de mamá.

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Tenía el carácter fuerte, era firme, y decidida. Para algunos quizá grotesca, pero para mí era la más especial. Estudiada. De cultivar amistades, pero cautelosa. Con el espíritu alegre, le gustaba vestir, viajar, coser, tejer, bordar, le gustaba el arte. Escuchaba a José Luis Perales y tocaba piano. Podría seguir hablando de ella.

¿Cómo sé tanto si compartimos tan poco? Han sido muchas las fuentes: recuerdos, paseos compartidos, diarios, amistades, familia, rasgos hereditarios, fotografías, terapias, entre otros.

Mi padre fue alegre y entusiasta. Pero con él mi relación fue distinta. De hecho, esta vuelta al sol me trajo más claridad y descubrí otras situaciones de abuso que enfrenté con papá en mi vida. Él rompió mi corazón, pero mi alma estaba feliz de seguir viva. Es por eso que este cumpleaños los traje a mi mente, a ambos.

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Aún cuando ellos fallaron o hicieron todo maravilloso, yo me siento enormemente agradecida de que me heredaron la vida. Yo amo vivir, así que estoy satisfecha de que me hayan fecundado. Es verdad que mi madre tiene un espacio preferente en mi vida. Mientras que a mi padre no lo malquiero, no hablo mal de él, pero perdió la valía que en algún momento yo le otorgué. Pero reitero, tengo lo más valioso que me pudieron dar: vivir.

A Dios.

Para mí, más allá de mis padres esta Dios. A ese sí que le debo todo. A veces cuando escucho a las personas quejarse de que Dios permite muchas acciones malas en el mundo, que autoriza el dolor y las tragedias entiendo que es difícil creer en él. Pero a la vez pienso que creer no significa que sea fácil, al contrario.

Nos toca creer en Dios cuando la luz se pagó. Creer cuando no tenemos con qué taparnos de la tormenta. Creer cuando duele caminar, cuando el silencio se hizo eterno. Creer cuando el camino esta cerrado. Creer cuando la soledad es nuestra mejor compañera.

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Estos años yo tuve que sostener mi fe para aceptar que fue mejor llevarse a mi madre. Me tocó creerle a Dios que fue buena idea dejarme con mi padre. Creyéndole, sobreviví a mi papá. Porque creo es que a veces me siento humanamente sola. Porque creo es que acepto sus obstáculos. Porque sé el amor que me tiene y porque con cada amanecer puedo ver el sol por la mañana. Creerle me ha hecho ver con el tiempo que Él tiene mejor visión que yo porque siempre me da lo que yo no esperaba. Porque creo es que puedo sonreír, puedo agradecerle y puedo permitirme caer en sus brazos.

A mis padres terrenales y espirituales.

Con esto no quiero asustarlas, caer en victimismos, ni bajar la mirada. Al contrario, es para agradecerle a nuestros padres que hoy estamos aquí, que podemos ver el sol, la luna, las estrellas. Que podemos vivir, elegir, crear, viajar, aprender, todo.

Es para agradecerle a Dios su naturaleza y poder porque sabe más de lo que yo sé. Así es como siempre busca lo mejor para nosotras, aún cuando pasemos mucho tiempo sin entenderlo.

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Por eso, estos 33 los espero con ansias de seguir disfrutando la vida solo que esta vez gozando cada pequeño instante. Que estos 33 me dejen caer en los brazos de Dios eternamente porque solo Él sabrá qué hace conmigo.

Con cariño,

Ari.

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