“Todavía no he alcanzado lo que quiero lograr para afrontar la maternidad”. “Ni siquiera trabajo”. “Quiero viajar más antes de ser mamá”. “Me falta conocer más el mundo”. “No tengo casa propia, debo de esperar”. “Siento que no estoy preparada aún”. Esas y muchas más son las razones que escucho cuando las mujeres se plantean incursionar en el mundo de la maternidad.
Cuando Elías y yo tomamos la decisión de aumentar el número de integrantes en nuestra familia fue un día que llevamos en nuestros corazones❤️. Lo pusimos en manos de Dios y oramos para comprender el tiempo que Dios tenía destinado para nosotros. Yo sabía que la maternidad, al igual que el amor- es una decisión y ya la habíamos tomado. Siempre supe que tenía más proyectos, más metas, pero era el momento de llevarlas a cabo junto a Elías y Nicolás. En fin, te puedo decir que yo me sentía preparada para ser mamá.
Cuando Nico llegó fue el mejor día de nuestras vidas. Yo volví a nacer junto a él. Al pasar los días enfrenté muchos cambios. Me embargó una tristeza inmensa mezclada con felicidad y por ende me sentía culpable. No sabía ser mamá, había leído mucho, pero no me era útil del todo. No podía salir de casa porque era un invierno fortísimo en Madrid ❄️ y no quería que Nico se enfermara. Muy rápido me tocó empacar todo para venirnos a vivir a México. Se los he platicado en mi maremoto de emociones (Léelo aquí)
Cambié de país ??➡️??, casa, de amigos, de comida mientras mi vida se transformaba siendo mamá. Pensé que Nico nunca iba a crecer y que tampoco yo retomaría mis proyectos y eso me hacía sufrir en lo que se suponía que era el mejor momento de mi vida. Así que me di cuenta que cuando pedimos a Nico estábamos preparados para no estar preparados.
Estaba preparada para ser mamá, pero no estaba preparada para trasnochar. Tampoco lo estaba para descifrar lo que Nico me quería decir a su manera. Estaba preparada para no estar preparada en el camino hermoso de la maternidad.
Mi intención no es apresurar tu decisión. ¡Jamás! Mucho menos asustarte. Solo quiero decirte que una nunca esta prepara, aún cuando lo hayas pedido con amor. De hecho me puse a pensar que en muchas de las situaciones que afrontamos no estamos preparadas. Nunca estuve preparada para que mi mamá muriera. No estuve lista para salir del colegio a la universidad, la lista continúa.
Aún cuando no he estado preparada para muchas aventuras, las he asumido, disfrutado y son parte de mí. Es la parte que yo llamo “divinidad“ porque aunque no estemos preparadas, vemos la mano de Dios con nosotras. La maternidad es eso: una aventura que “por más preparada que estes” no estas preparada para nada más que para amar y ver la mano de Dios.
Un beso inmenso,
Ari.
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