¿Cómo vestir el alma?

Querido Dios: la vida eterna me genera ansiedad

By Ariana Fernández

October 28, 2020

Hola de nuevo. Que bonito poder estar escribiéndote. A veces no me dan las horas y quisiera escribirte más. 

Pero hoy aprovecho que tengo el corazón chiquito para dejarte esta carta. 

Creo que nunca ha habido un momento en el que yo me enojara contigo porque decidiste llevarte a mi mamá siendo yo aún una niña. Realmente no tengo por qué hacerlo. Yo creo que obras para bien. También creo que por más dolor que experimentemos, nos darás la compañía, la fuerza, las aptitudes para enfrentarlo. 

Quizás lo aprendí sobre la marcha, contigo. Me siento muy bien por eso. Pero sé que el camino no es sencillo. No es una cuestión de victimismo sino que quiero que sepas que mantener la fe y la esperanza de la vida eterna cuando perdemos a alguien importante en nuestras vidas es difícil. 

Tu mejor que yo sabes que perder a una madre, un padre, un hijo(a), unas esposa, un esposo, un(a) abuelo(a), un novio, una amistad; en fin perder a un ser querido es difícil. Tu lo sabes porque escuchas los lamentos diarios de quienes lo enfrentan. Lo sabes porque escuchaste los míos. 

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Pero mi carta no es para hablarte del dolor de una pérdida sino para hablarte de la vida después de la muerte. Sé que una de tus promesas es la vida eterna. Cada vez que las leo me reconfortan con esperanza. Es bonito saber que por medio de ti vamos a tener una vida mejor. Lo creo, tu me lo prometes, pero debo aceptar que imaginarme la vida eterna me genera ansiedad. 

En la Biblia me lo prometes, por medio de ti llegaré a la eternidad, pero ¿qué hay ahí? ¿Mi familia va a estar conmigo? ¿Voy a poder abrazar de nuevo a mi mamá? ¿O simplemente nunca más la volveré a ver? No saber cómo es me causa desconsuelo. 

Nunca he estado en el fondo más profundo del mar, pero sé que hay. Tampoco he estado en el infinito universo, pero tampoco es como que voy a Júpiter cada cierto tiempo, ni es el lugar al que espero llegar. Pero no saber qué hay en la eternidad me hace sentir nerviosismo. 

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Ya es diferente no verte convencionalmente, no poder tomar café face to face, no poder mandarte un Whatsapp, no tener donde enviar un voice note. Ahora imaginar la eternidad es para mí un reto. Por ahora no tengo respuesta. No hay documental de Netflix que me ilustre la eternidad como me ilustran el universo. 

La fe tiene sus retos. No puedo cerrar la carta con una respuesta, pero la puedo concluir diciéndote que así como la fe es creer sin ver, la vida eterna será igual y yo quiero creer. Creo en tu amor, tu bondad, tu perfección y tu calidad de padre. 

Te amo, 

Ari.

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